Citroën también sabe dar espectáculo

Un despliegue de medios técnicos y escénicos sin precedentes convirtió el acto de lanzamiento mundial de las dos nuevas furgonetas en un brillante estreno mediático

La presentación mundial de las nuevas furgonetas Partner y Berlingo confirmó ayer que, además de coches, la fábrica viguesa de PSA también sabe montar el espectáculo.

Una enorme carpa instalada en algún lugar del laberíntico entramado de naves que conforman la factoría fue el escenario sobre el que la multinacional desplegó todo el glamour francés del que fue capaz (el color gris industrial es difícil de camuflar) para intentar convencer a los más de 400 periodistas acreditados para el acto, procedentes de medio mundo, de que lo que estaban presenciando no eran unas furgonetas sino el nuevo coche de carreras de Fernando Alonso. La humareda que envolvió la salida de los bólidos de detrás de unas cortinas de terciopelo corporativo y la banda sonora del abordaje de los Piratas del Caribe casi lo consiguen.

Tras las cabinas, una decena de intérpretes se esforzaron en traducir a cinco idiomas (algunos con más acierto que otros, y no citamos a nadie) a un locuaz presidente Streiff que desplegó sus dotes de seducción en pantalla panorámica.

Todo comenzó pasadas las nueve de la mañana y a eso de las doce los estómagos de la prensa extranjera hablaban por sí solos. Eso explicó que finlandeses, húngaros, griegos y alemanes se abalanzaran sobre los platos de embutido ibérico apenas asomaron por el comedor y que ellos solos por su cuenta declararan inaugurada la hora del almuerzo.

Para entonces, Streiff y su séquito francés ya habían abandonado la escena y se dirigían en flamantes Citroën C6 al jet privado que la noche antes habían aparcado en Peinador. ¿Donde pasó la noche la comitiva gala? A falta de confirmación oficial, un hotel cinco estrellas de Alcabre tiene muchos boletos para llevarse el premio.
Mientras toso esto ocurría dentro del submundo creado por Citroën en la carpa de lanzamiento, fuera, en el mundo real, los trabajadores de la fábrica vivían ajenos al acontecimiento sin parar de producir casi dos coches por minuto, es decir, 1.200 al día, es decir, 500.000 al año. Eso sí que es espectacular.